lunes, 31 de mayo de 2010

Hombre de mi tierra

Erase en Rosario, un día de verano como cualquier otro día. En la finca de don Pedro, se escucha con el alba el ruido de los obreros levantándose de sus camas para comenzar la jornada. Salen de sus casillas, no son grandes casas pero es suficiente para ellos.
Se los ve salir al mismo tiempo, casi como si estuviera ensayado. Parecen figuras salidos del mismo cuadro. Visten botas negras, el día anterior llovió, la gorra es infaltable, los acompaña un poncho de plástico (por las dudas), un bolsito en el que llevan una botella con agua para refrescarse a media mañana. Saben que será un arduo día de trabajo pero también que su esfuerzo se transformará en el alimento para sus familias.
Se escuchó hablar de una ley antitabaco, dicen que su consumo es nocivo, quizás ellos lo sepan pero también saben que el cultivo del tabaco es muy importante para la economía familiar. No quisieran que por esto algunas personas perdieran la vida, pero sin esto su vida a ellos se les haría casi imposible.

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